martes, 10 de abril de 2012

Mompox y Lecro / Primera Parte

Lecro despierta aquella mañana con la sensación del sueño que aun no puede recordar pero que aun así quiere revivir. Solo sabe que se acostó con su radio transistor encendido y se quedo dormido escuchando a Jaime Sabines en la voz de Patricia Pardo en su programa nocturno de hablar por hablar. Mira en su entorno y observa su morral, es martes, hora de hacer el café, absorber su aroma, deleitarse con su amable sabor e iniciar el viaje. Nuevos lugares, nuevas estancias, nuevas caras. Piensa en ello mientras su taza de café se va consumiendo en su boca. Repasa las notas en su libreta y su primer itinerario es rumbo a Mompox, bella manera de iniciar una ruta.
La Isla de Mompox esta formada por la bifurcación del río Magdalena, al Noroeste de Colombia y se encuentra en una altura de cinco metros bajo el nivel del mar. Todo parece hiperbólico, es una isla pero esta en una depresión, un achatamiento máximo de la tierra bajo el nivel del mar. Al llegar a Sincelejo la nube de personas en la terminal ofreciendo servicios de transporte, la algarabía y el bullicio hasta encontrar por fin un socorrido taxi que se dirige a Magangue. La ruta es agradable y el recorrido hasta Magangue no tarda más de 2 horas hasta llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria justo frente al puerto. 

Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria

El ferri ha partido ya pero están las lanchas de motor y de inmediato se acomoda en el último asiento. Es hora de partir, el rumbo es en sentido norte y lentamente se va perdiendo el puerto de la vista hasta llegar a un brazo del río en la margen derecha por donde avanzamos asta llegar a Bodega, el puerto de llegada a la Isla de Mompox, el ambiente cálido pero una brisa suave abraza a Lecro que no tiene mucho tiempo para reparar el lugar pues debe partir nuevamente en un taxi. Avanza por un camino que lo lleva por Cicuco, Talaigűa Nuevo y Tierra Firme. La carretera muestra los signos de los estragos causados por el pasado invierno

Puente provisional y tráfico restringido en Cicuco

Después de casi tres horas de viaje el premio resulta justo, Santa Cruz de Mompox se alza ante sus ojos y cada calle es un detalle, revisa su cámara fotográfica y…
-¡Maldición¡ -  la batería esta descargada. A su llegada al hotel se apura a recargar de inmediato y espera pacientemente mientras ve la televisión desprevenidamente. Llegan las horas de la noche y por fin la batería esta al máximo, es hora de disfrutar Mompox.
El rumor del río lo conduce rápidamente a la albarrada y allí entre luces tenues y aire tibio empieza a descubrir lo que por tanto tiempo soñaba. El viejo mercado del pueblo resulta un magnifico abrebocas, la iluminación es casi lúgubre, el lugar estaba en ruinas y hoy esta en restauración, una especie de fantasma que se debate entre la luz y la sombra

Viejo mercado de Mompox en restauración

Pero hay mucho mas allá atrás, muy cerca suenan las tamboras con su aire africano y Lecro busca entre la noche el corazón de los tambores. Al llegar al lugar encuentra el ensayo del mapalé y los integrantes del grupo de danzas, iluminados por Yemanya, dejan su tributo con sus acelerados y alegres movimientos y el sudor baña el ambiente. Lecro no quiere tomar fotos ahí, por el contrario intenta seguir el ritmo de los tambores y dejarse contagiar del baile y la alergia. Alguien deja circular una botella de ron entre los presentes y dos tragos en la garganta avivan en Lecro el fuego soberano de los dioses africanos. Al terminar de sonar los tambores todos liberan un grito profundo - !! Yahh ¡¡- .
El ensayo ha terminado, todos se abrazan y ríen, hay aplausos y todos se van perdiendo en medio de la noche a descansar y Lecro se ve allí solitario y con el corazón al ritmo de un tambor. Pronto va en busca de agua y se aventura por alguna calle oscura en cuyo extremo se divisa una luz amarilla. En el dintel de alguna puerta vieja de la calle que transita dos jóvenes se besan y se funden en un abrazo y Lecro mira la luz del fondo sin perder de vista la pareja que pareciera no respirar en medio de su amorío. Al llegar a la esquina las luces iluminaban la Iglesia de Santo Domingo, su plazoleta y las tiendas de enfrente donde dudo en comprar el agua y prefirió una cerveza fría, de finas burbujas doradas, mientras admiraba el sitio.

Iglesia de Santo Domingo

Despues se dejo llevar por cualquier calle, por cualquier lugar y claro, se fue encontrando con cada casa, cada puerta, cada fachada y nuevas, mas bien viejas, iglesias como el Convento de San Carlos, donde hoy funciona la alcaldia municipal y el Claustro de San Agustín.






       







Convento de San Carlos                                                     Claustro de San Agustín

Ya por San Carlos no mas girar media vuelta y encontrarse con las tres esquinas de la calle que conduce al Hostal La Casona. Por esta noche de magia colonial detenida en el tiempo y en el espacio fue suficiente para Lecro y regreso a su dormitorio.

Las tres esquinas desde San Carlos

Como si la cama se inclinase proporcionalmente a la medida en que camina el reloj en la noche Lecro se vio incorporado una vez empezó a rayar el alba, prontamente organizó sus cosas y salió rápidamente a la calle, la gente empezaba a circular y se escuchaban los cantares de las aves, en la esquina del hotel se estaba instalando para su jornada un kiosco de jugos naturales: - De tomate de árbol, en agua y bajo de azúcar por favor - pidió Lecro.
Se sentó a beber o a deleitarse en el sabor del jugo y en la visual que al fondo empezaba a ofrecer el antiguo mercado.

                                Iglesia de María Inmaculada frente al mercado viejo


Al terminar su frugal desayuno retorno al antiguo mercado para descubrir el paso del Río Magdalena por ese lugar, una sensación de regresar al pasado o contemplar un tiempo detenido y de pronto entrar en una de sus galerías y encontrarse con una pintura que sin duda paga el viaje, una postal guardada para su lente, un equilibrio de luz y de sombras, de colores y matices, de armonía

Mercado viejo sobre el Rio Magdalena




 Una pintura la vista del río desde adentro del mercado

Lecro se detiene aquí para llenarse el espíritu y la razón de la bondad que ofrece esta imagen que a encontrado como premio tan solo al iniciar su recorrido.












1 comentario:

  1. Klaus Klaus, que encantadora entrada, la magia de las letras se han fusionado con las imágenes bellísimas y de gran calidad que has puesto en ellas... Un abrazo fuerte.

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